Regino Martín es Secretario General de la sección Postal de CC.OO. Cargo que no hace honor a su categoría y su relevancia en la empresa Correos y Telégrafos.
Regino Martín, es la persona de mayor permanencia en el Consejo de Supervisión de Correos si lo hubiese, fuera y aparte de los muebles de la sala de juntas. Pero estos no tienen la inteligencia de Regino.
Durante décadas los presidentes de correos han pasado, han ido y han venido. Permanentemente, aunque en algunos momentos el secretario del consejo se ha medido con Regino, Regino Martín ha sido como el presidente del consejo de supervisión de una empresa alemana o el chairman en una americana.
No en vano mientras han ido y venido “chiquilicuatres” en forma de presidentes, Regino ha acumulado experiencia y datos. Su larga trayectoria, su ambivalente postura política, su habilidad sindical, le han hecho imprescindible para aquellos presidentes que de verdad pensaron en algún momento permanecer en Correos más de una temporada o pasar a la posteridad en algo postal.
Regino ha mantenido íntimas amistades con personas tan dispares como presidentes de Correos a Secretarios de Estado de Telecomunicaciones como es el señor Víctor Calvo Sotelo. Se ha movido igual de bien en ambientes sindicales como en Somosaguas.
Importante es que conoce profundamente el sistema de Correos. A él también se le debe cierta moderación sindical y paz social en Correos.
Si esto fuese una empresa norteamericana, el señor Martín, con grado de vicepresidente se diría que como único miembro del consejo con edad suficiente es en el que residen las esencias de la “misión” de la compañía.
Correos a pesar de la incompetencia, de marea tras marea de presidentes, y gestores ha mantenido eso que los americanos y las escuelas de negocios definieron como “la misión”. En Correos el grado de identificación de sus empleados con su misión está a la altura de las mejores empresas.
La plantilla de Correos podrá tener muchos inconvenientes desde el punto de vista de la gestión pero a cambio de su status funcionarial mantiene una identificación con el color amarillo de su empresa y con la corneta de su escudo que anunciaba la llegada de las postas, como una señal de identidad tan fuerte como la de las barras apaisadas del papel de impresora de la IBM.
La plantilla de Correos trabaja silenciosamente y ha creado pocos problemas. Sin embargo Regino que se ha identificado a sí mismo con estas cualidades se encuentra como la empresa ante una encrucijada. Mantener las viejas estructuras de retribución, asignación de tareas y escalafón son imposibles hoy en día.
Regino como ese vicepresidente de compañía norteamericana sabe que a los correos les ha llegado un tiempo nuevo muy complicado y difícil del que él ni la empresa son culpables.
Internet y la revolución en las comunicaciones promete barrer a los distribuidores físicos de efectos ya sean postales y de paquetería si no se reconvierten.
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Regino que posee amplios conocimientos en el sector y está harto de haber visto incompetentes tiene razones para quejarse de que más y más rápido se podría haber hecho; pero sabe que el tiempo apremia y que sin transformaciones importantes en la asignaciones de tareas y en la transformación de la compañía estos cambios serán más traumáticos.
No sabemos si tendrá razón en sus acusaciones de privatización encubierta, que hay que tener en cuenta porque lo que no sepa Regino de Correos no lo sabe ni el presidente.
Pero todo esto suena a unas protestas sindicales que en este caso sirven para evitar afrontar una realidad muy complicada para la plantilla de Correos.
Es por tanto bajo su responsabilidad y la de su equipo que esta transformación se tiene que dar.
Responsabilidad histórica y aún más dura porque Regino también sabe que el cambio y la transformación en la plantilla tampoco promete el éxito. Pero tiene que elegir entre pasar la posteridad haciendo lo que debe o equivocándose también como los gestores a los que ha visto tantas veces errar.